Los siguientes hechos ocurrieron hace, aproximadamente, un año. Cualquier detalle ausente o mal recordado que puede venir a mi memoria luego, haciendo que el relato padezca de alteraciones al contarlo personalmente, que se achaque a la evanescencia de la memoria.
Debo anticipar que actualmente me encuentro en una zona montañosa y
relativamente poco habitada de Vargas, llamada el Junquito. La urbanización en la que estoy, al igual que el resto de las de este sector, no sólo no
está muy poblada sino que además, dentro de ella, las casas están distantes entre sí.
Por este motivo es normal ver, dentro del rango de visión que proporciona
tu situación geográfica, otras residencias que se hallan bastante
lejanas, pero que pertenecen al mismo sector.
La experiencia que relataré resulta, como mínimo, curiosa.
A las 7 u 8 de la noche vinieron a buscarme unos amigos para salir a
echarnos unos tragos de ron y charlar. Esto es algo que hacíamos con
frecuencia en ese tiempo, y nuestro lugar predilecto para llevar a cabo esta actividad
era una calle plana que se encuentra justo al final de la calle
empinada donde se ubica mi residencia.
Pese a todas las veces que hicimos esto antes, nunca había salido a
colación el tema paranormal. Pero esta vez, como es obvio, fue la
excepción a la regla. No recuerdo muy bien qué fue lo que motivó la
conversación en torno a lo fantasmal, pero lo cierto es que ésta
“finalizó” cuando uno de mis amigos (quien lleva mucho más tiempo
viviendo aquí que yo) recordó que, justamente desde nuestra angulación, se tenía acceso visual a una de las últimas
casas de la urbanización. Una casa donde pueden verse “brujas”.
Voy a decir más o menos lo que llevo pensando desde el momento en que vi lo que vi: Lo siguiente tiene
muchas explicaciones que explayaré conforme avance la narración. Lo cierto, tangible e
incluso comprobable, fue lo que ví, y debo anteponer, antes de describir lo siguiente, que debido a la luz que se proyectaba en el fondo de la casa no se podían apreciar con detalles estas figuras; sólo se veían sus
siluetas.
Yo alcancé a ver dos, pero algunos llegarona ver tres. Eran figuras
encorvadas, con los clásicos y consabidos (y diría, incluso, estereotípicos) sombreros de las brujas, que
hacían unos movimientos bastante grotescos. Con exactitud, su proceder consistía en levantar lo que aparentaban ser bastones, que tenían asidos con ambas
manos a nivel del pecho, para dejarlos
caer y golpear el piso fuertemente con estos.
Éramos 4, y vista mi curiosidad estimulada por el miedo, les propuse a mis
3 compañeros llegar hasta allá y encimarnos a ver si lográbamos verlas
de cerca. Esto debido a una suposición, que sigo manteniendo, de que
aquellas figuras son o maniquís colgados para causar esta impresión, o
papeles/cartones recortados de esta manera para recrear la silueta. En
cuanto al movimiento, podría ser a ocasionado por el viento.
Sea cual sea la verdad escondida tras esto, lo cierto es que mis
amigos no accedieron a ir puesto que, según ellos, ya han ido otras
veces y de cerca no se aprecia nada. Justamente en ese momento empezó a
lloviznar, y como dictamina el sentido común, a cada quien le tocaba volver a su sitio.
Pasaron los minutos, ya estando en la residencia, y lluvia nunca terminó de llegar. Vista la situación de
miedo e intriga en la que había quedado, le comenté la situación a mi tía, quien rápidamente accedió a bajar conmigo hasta la calle plana
para observar a las supuestas Brujas.
Bajamos y nos quedamos cierto tiempo observando. No sé qué pasó en ése
momento, pero las figuras o bien no podían apreciarse o ya no se
encontraban allí... Con cierta vergüenza por mi tía, regresamos.
Fueron pasando las horas, y como me encontraba atribulado por lo que vi, decidí madrugar viendo televisión.
Habrán sido las 2 am cuando escuché una estridcencia metálica. No hay mejor
descripción para este ruido que el que produciría una lámina de zinc siendo golpeada con mucho vigor justo en su centro. Seguido de esto, escuché el crujir de la puerta abriéndose.
Al
principio no me extrañó, puesto que mi tía me dijo que se levantaría durante la madrugada a trabajar en el computador… Pero pasaron unos segundos y no
escuché nada más; ni pisadas, ni el ruido de la máquina encendiéndose, ni el
ruido de la silla al sentarse alguien en ella… En definitiva, nada que indicara la
presencia de alguien en la sala.
Salí sigilosamente de la habitación para comprobar que la puerta se
encontraba efectivamente abierta. Considerando la posibilidad de que mi tía hubiese salido a tomar aire al patio, salí… Pero no había nadie.
Rápidamente, y con ideas que iban desde que alguien hubiese abierto
la puerta hasta cualquier explicación paranormal propia de la irracionalidad estimulada por mi situación, fuí al cuarto de mis tíos, confirmando que ambos se encontraban allí. Mi tía se
encontraba dormida, pero mi tío sí se despertó producto del ruido que había sonado.
Fue a la sala, cerró la puerta y le puso llave (descuido por no
haberlo hecho antes). La explicación que le dio a la apertura espontánea
de la puerta fue que había sido el viento. Y esto, debo dejar
claro, es muy probable, ya que aquí los vientos son sorprendentemente
fuertes.
Habiendo pasado unas 2 horas (nuevamente una aproximación), y cuando
empezaba a sentir normalizada la situación, escuché otro ruido… Un ruido semejante al de las aves cuando baten las alas para aterrizar o para levantar
vuelo.
El miedo aderezado con sugestión hizo auténtica mella en mi. Lo único que hice, a partir de aquí, fue cerrar la puerta de la habitación y bajar el volumen de la televisión
.
Esto ya habrá sucedido al final de la noche, porque poco después sonó
la alarma de mi tía, indicativo de que debía levantarse para ir al
trabajo.
Aquí terminan los sucesos. No es tan fantástico como el receptor probablemente esperaba… Pero agradezco por mi bienestar que haya sido de esta manera.
Agrego, más como nota final que como parte del relato, que para hacer
una berbena de la urbanización que realizamos tiempo después de ocurrido, tuvimos que pasar a repartir invitaciones
por todas las casas y, entre estas, la casa
donde aparecen estas “brujas”. El sujeto que allí vive es policía; en
esa casa viven sólo él, su esposa y su hijo. Así que quedan descartadas
las posibilidades de que las figuras que vimos fuesen miembros de esa familia .
Se deduce, hasta cierto punto, que estas personas no asistieron a la fiesta ya referida.